Leyendas de otoño es una muestra perfecta de la literatura precisa y rítmicamente trenzada que el autor de Grayling, Michigan, convirtió en su marca de estilo. Harrison es el opuesto a lo que Charles Bukowski denominó los «escritores lechosos» o «grasos».

Su prosa, que la excelente traducción de Luis Alvear permite apreciar ahora en todo su sabor, consigue despojarse de cualquier ornamento o afectación para abrazar una esencialidad ruda y a la vez casi espiritual, de modo parejo a Nordstrom, el protagonista de El hombre que olvidó su nombre, un tipo que llegada la mediana edad renuncia a sus posesiones para embarcarse en un agreste viaje de autodescubrimiento.