Carmen está sentada en la sala de estar leyendo El flautista de Hamelín, pasa las páginas lentamente, le cuesta leer. Tiene 74 años y lleva dos meses y medio ingresada en el Hospital de Guadarrama. Cuando llegó no caminaba, se le había paralizado medio cuerpo, y, ahora, gracias a la rehabilitación nadie lo diría. Lo que más le fastidia es que no ve bien, pero igual que ha vuelto a andar está dispuesta a recuperar el máximo de visión del ojo en el más perdió. Aun así, hace el esfuerzo de leer los libros infantiles de la biblioteca del hospital para memorizarlos y, cuando vuelva a casa, contárselos a su nieto de cuatro años. “Es incansable, pide uno nuevo cada noche y se me agotan las ideas. Ya no sé qué inventarme”…
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